<b>Muy mal sabor queda de la actuación de la Procuraduría en el episodio de la venta de acciones de la Triple A</b> (Acueducto, Alcantarillado y Aseo) de Barranquilla.Y mal sabor también queda del levantamiento de la suspensión al presidente de la SAE, Daniel Rojas, por dos razones:<b>Dos subalternos de la Procuradora charista Margarita Cabello jugaron simultáneamente al policía Bueno y al policía Malo</b> para que se hiciera el negocio como quería el alcalde charista de Barranquilla, Jaime Pumarejo.Mientras Luis Ramiro Escandón, procurador para causas mixtas, el policía bueno pedía continuar el negocio y llamaba a la conciliación; el viceprocurador, el policía malo –en el tiempo récord de tres días– abría investigaciones contra todos los funcionarios y suspendía por tres meses al presidente de la SAE.<b>Margarita por aquí y Margarita por allá.</b>En la página de la W está publicado desde esta hora el documento del viceprocurador por el cual revoca la decisión de suspender al presidente de la SAE.Ahí se puede ver claro que la sanción se suspende porque le hicieron caso a la Procuradora siguiendo un contrato lesivo para los intereses de la nación, aunque guste tanto entre la poderosa clase política de Barranquilla.La suspensión, arbitraria a todas luces, <b>causó que la SAE acudiera a la mesa de conciliación sin su presidente y representada por el abogado Héctor Carvajal como vocero</b>. El abogado Carvajal es el arreglador de los encuentros Petro-Urbe que aspira a convertirse en el próximo fiscal general de la Nación. El acta muestra que el doctor Carvajal llegó a pedir la firma del acuerdo desde que abrió la boca. Se apareció a negociar con los pantalones en las rodillas.Fue el acuerdo más fácil de la historia para el alcalde de Barranquilla y para sus aliados de la Procuraduría.Como comentábamos el día de la conciliación se cumplió el viejo refrán castellano “Muerto el perro, se acaba la rabia”.Ya con la ganga de las acciones de la Triple A entre el bolsillo no tiene sentido mantener la sanción contra el presidente de la SAE.Levantaron la suspensión –pero no por despótica e improcedente como debía ser– sino como una graciosa concesión de los ganadores a los vencidos.Ah, eso sí, los funcionarios que se atrevieron a llamar la atención sobre el precio de las acciones, incluyendo el presidente de la SAE, seguirán investigados por la Procuraduría. Cuidadito, se atreven a decir algo.