En Bielorrusia envían a prisión al esposo de Sviatlana Tsikhanouskaya, líder opositora
El esposo de la líder de la oposición en Bielorrusia fue condenado a 18 años de prisión por cargos de organización de disturbios masivos e incitación al odio.
Un tribunal de Bielorrusia condenó el martes al esposo de una líder de la oposición a 18 años en prisión, seis meses después de un juicio a puerta cerrada. Los cargos contra Siarhei Tsikhanouski —que muchos consideran con motivos políticos— incluyeron la organización de disturbios masivos y la incitación al odio. También fueron condenados otros cinco activistas de la oposición a sentencias de 14 a 16 años.
Tsikhanouski, de 43 años, un popular videobloguero y activista, planeaba postularse como candidato en las elecciones presidenciales de agosto de 2020, en desafío al mandatario Alexander Lukashenko, quien gobierna desde 1994. Tsikhanouski era conocido por el eslogan contra Lukashenko “Detén a la cucaracha”. Fue arrestado en mayo de 2020, dos días después de declarar su candidatura.
Su esposa, Sviatlana Tsikhanouskaya, se postuló en su lugar y durante la campaña atrajo a miles de personas a manifestaciones de apoyo. Los resultados oficiales de la votación le dieron a Lukashenko una victoria aplastante y un sexto mandato, pero la oposición y Occidente han dicho que el proceso electoral fue una farsa.
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Los resultados desencadenaron meses de protestas masivas sin precedentes, la mayor de las cuales fue de unas 200.000 personas que tomaron las calles de la capital bielorrusa, Minsk.
El gobierno de Lukashenko desató una violenta campaña de represión contra los manifestantes, arrestando a más de 35.000 y golpeando a miles.
Tsikhanouskaya huyó a Lituania un día después de la votación, bajo presión de las autoridades bielorrusas. Otras figuras clave de la oposición también han abandonado el país, mientras que otras han terminado tras las rejas.
En los últimos meses, ha aumentado la presión sobre las organizaciones no gubernamentales, los activistas y los periodistas en Bielorrusia. Las autoridades realizan regularmente redadas y detenciones masivas de quienes sospechan que apoyan las protestas contra el gobierno. La mayoría de los medios de comunicación independientes y los grupos de derechos humanos en Bielorrusia han sido cerrados.