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Las escuelas serán epicentro en la transformación de la educación ambiental del país

Desde el Ministerio de Ambiente aseguran que Colombia deberá apalancarse en nuevas prácticas pedagógicas incluidas en la actualización de la Política Nacional de Educación Ambiental para “lograr hacer la paz con la naturaleza”.

En total, en el proceso de actualización se terminará beneficiando a alrededor de 5.000 instituciones educativas. | Foto: shutterstock

En total, en el proceso de actualización se terminará beneficiando a alrededor de 5.000 instituciones educativas. | Foto: shutterstock

Colombia lleva 20 años sin actualizar su Política Nacional de Educación Ambiental, el instrumento que, a través de acciones y estrategias puntuales, orienta cómo debe darse la educación medioambiental en la sociedad y en las instituciones educativas.

En el contexto global actual, que un país tenga este tipo de documentos desactualizados representa un riesgo significativo, pues implica que no está respondiendo a la par de las problemáticas y demandas recientes en materia ecológica.

Hace dos décadas, por ejemplo, no se hablaba con tanta fuerza de temas como la crisis climática, la transición energética o la descarbonización. Hoy, sin embargo, gracias a la suscripción de Colombia al Acuerdo de Escazú, las estrategias contempladas en el Plan de Desarrollo del Gobierno Nacional actual e, incluso, de los objetivos planteados en la Agenda 2030, han cobrado especial relevancia.

“Se trata de prácticas institucionales que buscan establecer un mejor relacionamiento entre la sociedad y la naturaleza para que las condiciones ambientales de nuestro territorio mejoren. También para tener mayor resiliencia a la hora de enfrentar los efectos de la crisis ambiental e incrementar los niveles de responsabilidad ciudadana”, explica Miguel Ángel Julio, subdirector de educación y participación del Ministerio de Ambiente.

Precisamente, esta nueva política se está construyendo con la participación activa de la ciudadanía en 13 ecorregiones (La Mojana, Ciénaga Grande en Santa Marta, el Macizo colombiano, la sabana de Bogotá, entre otros), las cuales fueron priorizadas, según Julio, teniendo en cuenta sus condiciones ecosistémicas y los procesos organizativos alrededor del tema ambiental que en ellas se han suscitado.

| Foto: Shutterstock

Durante este proceso de actualización, tanto los conocimientos producidos por las instituciones de educación superior como por las escuelas locales han jugado un papel fundamental. Estas últimas han funcionado como nodos de convergencia de actores y saberes; espacios adecuados para articular los saberes comunitarios con los científicos.

El objetivo, explican desde el Ministerio, es que la educación salga de las aulas para convertir al territorio en un escenario de “educación para la vida” beneficiando, así, a 5.000 instituciones educativas:

“A veces estos procesos recaen en una mirada muy institucional desde el aparato escolar. Lo que buscamos es que la escuela se convierta en un eje de desarrollo ambiental comunitario; que el conocimiento académico y las prácticas de educación popular empiecen a dialogar hasta lograr un motor de transformación”, comenta Julio.

Lo que se busca con este nuevo enfoque de la política y del programa, agrega el funcionario, no es implementar una cátedra de medio ambiente en los colegios, sino que se deje de entender la educación ambiental solo como reciclaje, huertas ecológicas y separación de residuos.

En estos territorios, considerados focos estratégicos de biodiversidad, temas como el aviturismo, la reforestación, la bioconstrucción o el turismo de naturaleza, por citar algunos ejemplos, tienen todo el potencial para ser desarrollados dentro de las instituciones desde edades tempranas, según el que mejor se adecúe a los contextos que atraviesa cada uno.

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“La actualización de esta política aporta a la construcción de paz porque la naturaleza ya es considerada una víctima. Justamente, debemos apalancarnos en estas prácticas pedagógicas para que Colombia haga la paz con la naturaleza”, señala.

Durante 2023, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Ministerio de Educación, las autoridades ambientales locales y la sociedad civil estuvieron adelantando circuitos de participación regionales donde se recopilaron los primeros insumos necesarios para que, este año, se desarrollen las Escuelas Territoriales de Educación Ambiental.

Lo proyectado es que el nuevo documento esté listo a más tardar en 2026.

“Queremos lograr que la escuela se convierta en un epicentro de este tipo de prácticas en donde se articule toda la ciudadanía (...) No queremos que sea una política fría, sino que se nutra para que la población vaya configurando sus propios planes de acción para que pueda ser implementada en las instituciones de educación, iglesias, empresas, colegios, calles…”, concluye Julio.

Este y otros temas como los impactos de la tecnología en la educación, la pertinencia de los programas académicos con las demandas del siglo XXI y las políticas de educación sostenibles serán debatidos a profundidad el próximo miércoles 6 de marzo durante El Futuro de la Educación, una iniciativa de Prisa Media que lleva a Cali el diálogo necesario para convertir este rubro en un propósito nacional.

Encuentre la transmisión en las plataformas digitales de Prisa Media.

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