En la cocina de María Liliana se juntan los sabores de Caracas y Bucaramanga
Esta chef venezolana desarrolla su proyecto de vida en la capital santandereana desde hace seis años. Con los sabores de Ají Dulce Gourmet, derrumba imaginarios y crea oportunidades para trabajadores de ambos países.
Cuenta María Liliana Rivero Gómez que “me tardé por lo menos dos años en tomar la decisión de migrar a Colombia. Yo nací en Barbosa ―Santander―, pero mis padres tomaron la decisión de irse a vivir a Caracas hace 42 años”. Tiene 51 años y, aunque no vacila al decir que su hogar es Venezuela, lleva seis en el país. Acá, su historia ya es un caso de éxito en materia de emprendimiento y generación de empleo.
María Liliana es panadera y repostera de profesión. En la capital venezolana era la líder de su propio negocio, Ají Dulce Gourmet, un servicio de catering y restaurante especializado en cocina clásica caraqueña al que, reconoce, le iba muy bien. Sin embargo, la falta de estabilidad económica, la dificultad para abastecerse y los crecientes índices de inseguridad la forzaron a migrar.
“Siempre tuve la esperanza de que mejorara la calidad de vida en Venezuela. No me hubiese querido venir de allá. Lo hice porque tengo un hijo que hoy tiene 12 años y de momento no hay condiciones de vida. No sé si más adelante volverá, pero por ahora sé que no hay oportunidades. Me costó muchísimo, fue terrible, pero me tocó tomar la decisión”, recuerda.
También reconoce que para ella fue más sencillo que para muchos de sus compatriotas. Por esa época le ofrecieron trabajo a su esposo como biólogo y ecólogo en el departamento de Bolívar. Dos meses después, migraron ella, su hijo y su suegra, tomando un avión desde Caracas hasta el estado de Táchira, luego un auto hasta García de Hevia. Desde allí cruzaron a pie el Puente La Unión que conecta con Puerto Santander, para posteriormente tomar un bus hacia Cúcuta y finalmente otro hacia Bucaramanga.
Dos meses después de llegar comenzó a trabajar en la creación de Ají Dulce Gourmet Colombia. Un esfuerzo que, relata, ha pasado por tocar todas las puertas disponibles, aprovechar cada taller que abre convocatoria y aprender bastante sobre la gastronomía santandereana, sin dejar de lado la caraqueña. Después de todo, lleva por nombre uno de los ingredientes centrales de esa cocina.
Algunas de las instituciones en las que se ha apalancado son la Cámara de Comercio de Bucaramanga, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Fundación Mujer y Futuro y, más recientemente, con la iniciativa de reactivación económica Creciendo con su Negocio, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
Se trata de uno de los dos ejes de la estrategia creada tras la pandemia del Covid-19, en 2021, y que busca fortalecer la productividad del país equipando a los microempresarios con las herramientas necesarias para desarrollar y conformar mejor sus negocios, con un enfoque de inclusión laboral.
“En mi caso, recibí asesorías de expertos en cada renglón de mi negocio: la parte contable, la estructura administrativa, el manejo de alimentos, marketing y uso de redes sociales. Al final del ciclo me pidieron que hablara ante 200 personas en la ceremonia de cierre. Yo nunca lo había hecho, pero ahí me di cuenta de que uno puede romper barreras, me sentí muy bien, me di cuenta de que puedo lograr las cosas que me trazo y eso fue muy motivador”.
De la experiencia también le quedaron encadenamientos con otras organizaciones como Zona Franca Santander, a donde hoy llevan sus sabores, una combinación de esa comida caraqueña, o mantuana, rica en cocciones largas y estofados elaborados, como el pabellón criollo, el ají de gallina y la polvorosa de pollo; y la bumanguesa, a la que María Liliana le ha tomado cariño.
“Me gustan muchísimo de aquí las carnes criollas. Encontrarme con una sobrebarriga o una carne madurada a la leña es delicioso, porque eso en Caracas no lo vemos. La forma en la que se elaboran los granos. Los ají que ponen en mesa, que son muy variados, me gustan mucho y también los he ido agregando al menú. Me parece muy delicioso el mute, lo he aprendido a hacer y lo hago con mi sello también”, recuerda la chef.
Además del servicio de catering y restaurante, Ají Dulce Gourmet también cuenta con un café que abre todos los días en su centro de producción, en el barrio Candiles, desde las 4:00 p.m. Allí, gracias a la abundancia de ingredientes con los que cuenta Colombia, ofrecen repostería tradicional, con opciones a base de harinas saludables, como la de garbanzos, para quienes tienen restricciones alimentarias.
En el lugar también trabajan doña Doris, la señora Nidia ―ambas en la cocina― y don Leonardo ―como vendedor―, todos de Venezuela. Su mano derecha en temas de compras y manejo de proveedores es Hernando, oriundo de Colombia, como lo son quienes trabajan para el servicio de domicilios que entrega los pedidos.
Sobre su experiencia, María Liliana comenta que “he tenido muchísima suerte. De una u otra manera siempre alguien me refiere, alguien me llama y yo respondo con el mayor gusto y placer, sobre todo para mostrarle al colombiano que las personas que tuvimos que venir de Venezuela no lo hacemos con la intención de molestar o de perturbar la paz. Mi intención es crear empleo, producir, crecer juntos y generar calidad de vida no solo para nosotros, sino para todos”.