Reforma agraria y empoderamiento rural: el futuro del agro colombiano en discusión

El encuentro de El Futuro de la Colombia Agraria, organizado por Prisa Media en el Hotel Tequendama, en Bogotá, puso de relieve la urgencia de una reforma agraria que le apueste, entre otras cosas, a llamados históricos como la democratización de la tierra y el empoderamiento de las comunidades rurales, pero especialmente de las mujeres y jóvenes que las conforman.

Durante el encuentro, que citó a más de 30 expertos de todos los sectores de la sociedad, también hubo tiempo para reconocer los avances hacia un campo más sostenible, tanto desde lo económico como desde lo ambiental; y las oportunidades que existen para convertir al país en una potencia agrícola. A continuación, las principales conclusiones del evento:

Reforma agraria y el rol del campo en la democracia colombiana

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Martha Carvajalino, ministra de Agricultura y Desarrollo Rural, inaguró el evento subrayando la necesidad de llegar a acuerdos en una reforma agraria que, más allá de propender por la redistribución de tierras, impulse una verdadera transformación social y económica.

“La tierra tiene una función social y es la de producir alimentos,” enfatizó la funcionaria, resaltando que la estabilidad de las ciudades depende en gran medida del desarrollo agrario. Con más de 13 millones de hectáreas subutilizadas y una de las brechas latinoamericanas más grandes entre el campo y la ciudad, la reforma es vista como un paso esencial para superar las desigualdades estructurales y atender problemáticas como la crisis alimentaria y climática.

Al mismo tiempo, destacó que el Acuerdo de Paz despertó la necesidad de fortalecer el campo, asegurando que los campesinos puedan acceder a tierras productivas. Carvajalino afirmó que como país “necesitamos construir con los gremios y garantizar condiciones de precios, comercialización y seguridad”. La reforma agraria es, según ella, “nuestra revolución por la vida,” un esfuerzo por el que el Gobierno busca rutas claras para un futuro más justo y sostenible en el agro colombiano.

Productividad y seguridad, los pilares para el desarrollo del campo

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A su turno, Santiago Piedrahita, presidente del Grupo Bios, planteó la relevancia de la productividad para la viabilidad del sector agropecuario colombiano. “Sin productividad, el agro es inviable”, declaró, señalando que Colombia importa 8 millones de toneladas de granos aun cuando cuenta con tierras aptas para su cultivo. Según él, la clave radica en “remover los obstáculos y lograr que Colombia produzca de manera competitiva”.

Por su parte Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), abordó la necesidad de mejorar la dotación de bienes públicos rurales. “Tenemos 149.000 km de vías terciarias y solo el 19% están en buen estado”, advirtió. En su concepto, la falta de infraestructura y conectividad digital en el campo desmotiva a los jóvenes a permanecer en las zonas rurales. A ello se suma el tema de seguridad, donde situaciones como los bloqueos de carreteras afectan gravemente el transporte y comercialización de productos agrícolas.

Desde el Comité Ejecutivo Nacional de Fensuagro, Daniela Vega Sotelo, representante, compartió una visión crítica sobre la exclusión histórica que ha sufrido el campesinado en Colombia. Para ella, la reforma agraria debe enfocarse en la redistribución de tierras y en fortalecer la economía campesina a través de la asociatividad y la asistencia técnica.

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“Quienes hoy apostamos a esa economía campesina estamos siendo avasallados por una lógica que solo piensa en la productividad económica sin resolver el conflicto”, afirmó. Su invitación durante el encuentro fue a apoyar una economía campesina que respete las prácticas tradicionales y responda a las necesidades climáticas.

Por su parte, Ricardo Uribe, presidente de Cartama, habló sobre las oportunidades con las que cuenta el país en los mercados internacionales gracias a su riqueza natural. El ejecutivo resaltó el trabajo de la empresa en la producción de aguacate hass y el impacto positivo en el territorio, especialmente entre los jóvenes, a quienes llama “Agro Millennials”; y de las mujeres, que conforman, por ejemplo, el 70% de la fuerza laboral de una de las fincas productoras del fruto. Para él, es hora de implementar buenas prácticas que dignifiquen la labor campesina, para que “el productor gane el dinero, no el comercializador”.

La Mujer como Protagonista en el Agro

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Yendo más allá en dicha materia, Rosa Angélica Duque, representante de la Asociación de Mujeres Construyendo Futuro, subrayó el impacto de organizaciones como la suya en la autonomía económica de las mujeres rurales. “Hemos salido adelante gracias a nuestra incidencia en la región, trabajando de la mano de 150 familias,” afirmó Duque, quien lidera un grupo de 36 mujeres en la producción de aromáticas y proteínas de harinas en Marinilla, Antioquia.

Desde la perspectiva de la Dirección de Mujer Rural del Ministerio de Agricultura, Nancy Andrea Moreno enfatizó que el rol de la mujer en el campo va más allá de las labores tradicionales. “La inclusión de la mujer es una cuestión de derechos humanos,” explicó, destacando que muchas enfrentan sobrecargas de trabajo y problemas de acceso a derechos patrimoniales.

Para Ana María Gómez, presidenta de Asoleche, la participación femenina en el agro no es un tema de altruismo, sino una reclamación legítima de espacios basados en las habilidades diferenciadas que aportan al sector.

Retos y Oportunidades en las Regiones

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La primera parte de la jornada finalizó con un diálogo entre Luis Alfonso Escobar, gobernador de Nariño, y Dany Cañas, secretario de Agricultura de Norte de Santander, quienes abordaron los desafíos y oportunidades de sus regiones como despensas agrícolas nacionales.

Escobar resaltó la apuesta del departamento por el café y la leche, además de un proyecto de desarrollo pesquero. “Debemos agroindustrializar el país y pensar en una estrategia clara como el puerto de aguas profundas de Tumaco”, afirmó. Cañas, por su parte, destacó la importancia de la organización productiva y la lucha contra el contrabando, remarcando que “el futuro de Norte de Santander está en sus jóvenes”.

Para los participantes del encuentro, el futuro de Colombia como potencia agrícola depende de la convergencia de políticas inclusivas, la productividad sostenible y el reconocimiento del rol de las mujeres y jóvenes. La reforma agraria debe ser, entonces, como una apuesta democrática por la vida y la paz en Colombia.

En palabras de Carvajalino, “este diálogo es la decisión del Gobierno nacional de construir las rutas transparentes para que Colombia entienda que el futuro está en el agro.”