Armando Benedetti será jefe del funcionario que lo denunció públicamente

Ahora que los ladros perran,

Ahora que los cantos gallan,

Ahora que albando la toca

Las altas suenas campanan;

Y que los rebuznos burran,

Y que los gruños marranan.

En este mundo al revés, creado por la desconcertante decisión del presidente Gustavo Petro, no solo de mantener a un impresentable dentro de su administración sino además elevarlo a la cartera más importante del gobierno, se están creando la clásica situación de los pájaros tirándole a las escopetas.

Armando Benedetti, sub júdice por procesos de corrupción, funcionario incumplido con sus deberes, maltratador reiterado y borrachín conocido, se está convirtiendo en el paradigma de la buena administración.

Los devotos de la causa, que tenían claro hasta hace unos días la clase de alhaja que es Armando Benedetti, ahora están diciendo que quizás valga la pena correr los límites de la ética –hasta decir basta– porque este sí va a ser capaz de poner a marchar el clientelismo y la mermelada a favor del cambio.

Benedetti, tantas veces cuestionado, sale premiado. Quienes se atreven a señalar la dimensión absurda de su presencia en el Gobierno terminan castigados y bajo la égida del nuevo hombre fuerte.

En el consejo de ministros televisado, cuyas posiciones en la mesa marcó el propio Armando Benedetti para sentarse al lado del presidente, varias voces se levantaron para señalar la inconveniencia de la llegada de Benedetti al cargo de jefe de despacho.

Una de esas voces, quizás la más firme, fue la de Augusto Rodríguez, quien por más de 30 años ha acompañado las luchas de Gustavo Petro, desde la guerrilla del M-19 hasta su llegada a la Presidencia.

Rodríguez, hombre recio de Sogamoso, Boyacá, sintió hervir la sangre en sus venas cuando al presidente Gustavo Petro se le ocurrió comparar a Armando Benedetti con Jaime Bateman, el fundador del M-19. Fue entonces cuando se nombraron por primera vez, y al mismo tiempo, los nombres de Benedetti y de alias ‘Papá Pitufo’.

Rodríguez, quien decía que no iba a renunciar, ahora debería pensarlo.

Él es el director de la Unidad Nacional de Protección (UNP), un organismo que brinda escoltas, carros blindados y medidas de seguridad a personas amenazadas.

La UNP es una unidad administrativa adscrita al Ministerio del Interior.

La norma establece cuál es la conformación del Consejo Directivo de la UNP y determina que ese Consejo que dirige y administra la unidad está presidido por el ministro del Interior.

Es decir, Armando Benedetti se convertirá en el jefe de Augusto Rodríguez, el hombre que habló públicamente de su presunta relación con el ‘zar del contrabando’ y a quien tiene denunciado por atreverse a decirlo.

Eso no es todo. Las investigaciones administrativas internas en contra de Armando Benedetti, se están llenando de polvo en los anaqueles de la Cancillería.

El 28 de julio del año pasado, el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, anunció públicamente la apertura de investigaciones disciplinarias contra el entonces embajador de Colombia ante la Fundación para la Agricultura y la Alimentación, FAO en Roma.

Una embajada que había sido cerrada dos décadas antes y cuyas funciones venía cumpliendo sin quejas la delegación en Roma, pero que fue reabierta con grandes costos para el contribuyente para poder mandar a Benedetti a la ciudad eterna.

Estando en esa misión, Benedetti fue a Madrid donde, con cuchillo en mano, protagonizó un escándalo que terminó en una estación de Policía y del que salió alegando una inmunidad diplomática que no lo cubría en España sino solo en Roma, que era la sede de su inmerecida embajada.

Antes, cuando había sido embajador en Venezuela, se movía de su sede sin permiso y abusó de su pasaporte diplomático para viajar a Estados Unidos, razón por la cual el Gobierno de ese país le revocó la visa.

En fin, el 28 de julio del año pasado el entonces canciller, y ahora ilustre desempleado, Luis Gilberto Murillo, dijo:

“Tomar decisiones rápidamente”, decía el entonces canciller. Se quedó primero él sin trabajo. Han pasado 7 meses y ninguna decisión se ha tomado.

Hace unos días ejercí un derecho de petición ante la Cancillería preguntando por la suerte de los procesos contra Benedetti, hoy virtual ministro del Interior.

En definitiva, nada ha pasado y probablemente nada pasará. Armando Benedetti es un intocable. Cada vez más cuestionado y cada vez más poderoso.

Bonus track

Este lunes, 24 de febrero, por decisión del Tribunal Superior de Bogotá se debe reanudar el juicio contra otro intocable, el expresidente Álvaro Uribe Vélez, acusado de los delitos de soborno simple, soborno de testigos en actuación penal y fraude procesal.

No lograron recusar a la jueza Sandra Liliana Heredia, pero seguirán poniéndole palos a la rueda de la justicia.

Faltan 32 semanas para que se acabe el proceso a Álvaro Uribe por prescripción de la acción penal. El 8 de octubre de este año se agotan los términos. Llegar hasta allá sin un fallo judicial es la estrategia de sus hábiles defensores.

Si la estrategia dilatoria de la defensa del expresidente lo permite, empezará en forma el testimonio del senador Iván Cepeda Castro, admitido como víctima dentro del proceso.

El expresidente Uribe ejerce su propia defensa material, así es que hoy mismo podría contrainterrogar al testigo Iván Cepeda. Un momento para alquilar balcón.

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