Aceptación de deportaciones y suspensión de aranceles: los detalles del acuerdo de Colombia y EE.UU.
Petro y Trump encabezaron una disputa que generó tensión en las históricas relaciones diplomáticas y comerciales binacionales.
El gobierno del presidente Gustavo Petro en Colombia cedió ante el de Donald Trump en Estados Unidos. Aunque la narrativa desde Bogotá es que la crisis política del 26 de enero llegó a un acuerdo binacional, desde Washington se dice que el Ejecutivo colombiano accedió a “todas las condiciones” de Trump.
Bastaron dos reuniones, una en la Casa de Nariño, la sede de la Presidencia nacional, y otra en el edificio de la Cancillería. El actual ministro de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, tuvo que intervenir ante el quiebre de los lazos diplomáticos que históricamente han unido a Colombia con Norteamérica.
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Murillo fue el vocero del Gobierno al confirmar la tensa calma cuando dijo que “el impasse con el Gobierno de los Estados Unidos” estaba superado. “El Gobierno de Colombia ha aceptado todos los términos del presidente Trump, incluyendo la aceptación irrestricta de todos los extranjeros ilegales”, sostuvo la Casa Blanca.
A través de un comunicado de la Secretaría de Prensa de Washington, encabezada por Karoline Leavitt, la administración de Trump subrayó que Colombia recibirá a las personas deportadas “incluso en aeronaves militares estadounidenses, sin restricciones ni demoras”.
Petro se había opuesto en la mañana del 26 de enero a recibir dos vuelos con personas colombianas deportadas, basándose en las condiciones en las que eran transportadas. “Jamás permitiré que en vuelos traigan a los colombianos esposados”, escribió el mandatario en su cuenta de X.
No habrá más aranceles en Estados Unidos ni en Colombia
Según Murillo, quien manejó un tono más diplomático que el de Washington, ahora serán garantizadas condiciones humanitarias. La Casa Blanca, que había impuesto sanciones de eliminación de visa para funcionarios del Gobierno y de mayores aranceles, suspendió las penalidades por la vigencia del acuerdo.
Los aranceles y las medidas relacionadas, hasta ahora “completamente redactadas”, según Estados Unidos, permanecerán “en reserva y sin firmar, a menos de que Colombia falle en honrar este acuerdo”. Pero no pasará lo mismo con las sanciones de visado trazadas por el Departamento de Estado.
El canciller Murillo, próximo a ser sucedido en febrero por la directora del Departamento Administrativo de la Presidencia, Laura Sarabia, prometió que viajará a Washington junto al embajador colombiano en Estados Unidos, Daniel García-Peña, para verificar lo acordado, con “reuniones de alto nivel”.
Según el ministro, los acuerdos fueron “resultado del trabajo conjunto que llevó al intercambio de notas diplomáticas entre los dos Gobiernos”. Murillo concluyó con que “seguiremos recibiendo a los colombianos y colombianas que retornen en condición de deportados, garantizándole las condiciones dignas”.
El Gobierno colombiano, a través de Murillo, reiteró que dispondrá del avión presidencial para garantizar el regreso digno a quienes sean objeto de una deportación. Estados Unidos, por su parte, insistió en que la garantía de Colombia es que recibirá a las personas deportadas “sin restricciones”.
Los trámites de visa no se reanudarán todavía
Y solamente la deportación garantizará que no sigan las sanciones: “Las sanciones de visa impuestas por el Departamento de Estado, y las inspecciones reforzadas de la Protección de Aduanas y Fronteras, seguirán en vigor hasta que el primer avión de colombianos deportados satisfactoriamente regrese”.
La Embajada de Estados Unidos en Bogotá, citando una declaración del Departamento de Estado, puntualizó que la entidad estadounidense “seguirá aplicando y dándole prioridad a la agenda de ‘Estados Unidos Primero’”, por lo que el secretario Marco Rubio ordenó “inmediatamente” suspender la emisión de visas.
Rubio, asimismo, autorizó “sanciones de viaje” para quienes “fueron responsables de la interferencia de las operaciones de vuelos de repatriación”. “Las medidas seguirán hasta que Colombia cumpla con sus obligaciones de aceptar el regreso de sus ciudadanos. EE.UU. no dará marcha atrás”, añadió la embajada.
El republicano Donald Trump había prometido desde su campaña presidencial, que lo llevó a ocupar la Presidencia por un segundo período no consecutivo después del cuatrienio que considera ilegítimo del demócrata Joe Biden, un endurecimiento de las medidas arancelarias y migratorias estadounidenses.
Su compromiso era avanzar, por ejemplo, en más aranceles para China, México y Canadá, los países a los que culpa del flujo de migrantes y de fentanilo en el interior de EE.UU. China y México, desde entonces, se han mostrado abiertos al diálogo, no sin alertar que una guerra arancelaria “no tendría ganadores”.
Una advertencia para el planeta
México, bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum, además, se prepara en términos de infraestructura para atender en albergues a personas mexicanas deportadas, mientras las caravanas de quienes buscan el llamado ‘sueño americano’ no se detienen. Trump ha buscado hacer realidad sus promesas.
Nada más llegar al despacho oval de la Casa Blanca, Trump declaró una “emergencia nacional” en la frontera con México y autorizó redadas tras las que el 23 de enero, tres días después de su posesión, el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) contaba 538 capturas de irregulares.
Las estadísticas corresponden a cada día en el que se emiten, de acuerdo con el ICE. El 26 de enero la agencia estadounidense reportó 956 arrestos y 554 prolongaciones de órdenes de detención de personas que esperan avances de sus procesos legales. Para Estados Unidos, lo ocurrido con Colombia es un aviso.
Trump aseguró en el Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza, que su mensaje “para todas las empresas del mundo” es “muy simple”: “Vengan a fabricar su producto en Estados Unidos y les daremos uno de los impuestos más bajos de cualquier país” o, de lo contrario, “tendrán que pagar un arancel”.
Después del acuerdo con Colombia, el mensaje de la Casa Blanca buscó mantener la misma contundencia: “Los eventos de hoy le dejan claro al mundo que Estados Unidos es respetado otra vez. El presidente Trump continuará fieramente protegiendo la soberanía de nuestra nación”.
La tensión, aliviada, pero no ausente
El republicano, asimismo, espera que “todas las naciones del mundo cooperen completamente al aceptar las deportaciones de sus ciudadanos ilegalmente presentes en los Estados Unidos”. Colombia lo hará, promoviendo condiciones de dignidad, y a cambio evitará las medidas económicas, que hubiesen sido nocivas.
Luis Carlos Reyes, el ministro de Comercio, Industria y Turismo colombiano, quien participó en los cónclaves junto a Murillo, Sarabia, García-Peña y el vicecanciller Jorge Rojas, ratificó en su cuenta de X que “EE.UU. no impondrá nuevos aranceles a los productos colombianos ni sanciones económicas de ningún tipo”.
El Ministerio de Exteriores, por su parte, indicó que “se mantendrán los canales diplomáticos de interlocución para garantizar los derechos, el interés nacional y la dignidad de nuestros ciudadanos”. El enfrentamiento diplomático quedó zanjado tras menos de veinticuatro horas de suspenso.
Trump había reaccionado con molestia a la determinación inicial de Petro de no admitir los aviones con deportados sin que Estados Unidos estableciera protocolos para tratar a las personas migrantes irregulares “con dignidad y respeto”. El mandatario norteamericano tildó al sudamericano de “socialista”.
Petro respondió mostrando orgullo por los señalamientos, asegurando que no le gusta ir a Estados Unidos y precisando que ni él ni su familia —con sanciones de visado que seguirán vigentes hasta que se cumpla el primer vuelo de colombianos deportados— entraban a EE.UU. con visa, sino solamente “por derecho”.